El teatro Maipo, templo de la revista porteña, vivirá dentro de poco una función "fuera de serie": en lugar de vedettes, humoristas y plumas, bajo los focos de su escenario se presentarán... ¡problemas matemáticos!
Los animadores de este "show" inédito serán los celebrados Adrián Paenza y Manu Ginóbili. El primero, doctor en matemática, periodista, conductor de TV, escritor y divulgador de la ciencia; el segundo, uno de los basquetbolistas más destacados del mundo. Ambos tendrán a su cargo la presentación del sexto libro de Paenza, ¿Cómo, esto también es matemática? (Sudamericana). "Manu es uno de los que leen los problemas antes de que los publique -cuenta Paenza, en el bar El Caballito, de Barrio Norte-. Los discute conmigo, me cuenta si le salen, escanea los papelitos que escribe en los aviones... Entonces le dije: «Me gustaría que vinieras, pero no a que te sientes en la platea. Va a haber una hoja de problemas en cada butaca. En lugar de hablar, ayudame a resolverlos junto con el público». Creo que es un mensaje interesante que la sociedad vea que a un atleta de elite como él, que está entre los 20 mejores basquetbolistas del mundo, la matemática le da placer."
Conductor de Científicos Industria Argentina (que está por empezar su décima temporada y ganó cuatro premios Martín Fierro), de varios programas educativos (Alterados por Pi, Explora, Laboratorio de ideas y Matemática y sufragio, entre otros), y autor de la serie Matemática... ¿estás ahí? ( Episodios 1, 2, 3.14, 100 y 5, editorial Siglo XXI), que lleva vendidos más de un millón de ejemplares, Paenza ya batió todos los récords locales en materia de popularización de la "reina de las ciencias". Como dicen que aconsejaba Stephen Jobs, se atreve a "pensar diferente" y a concebirla como un juego apasionante.
"No quería una presentación como las usuales, en las que la gente que participa no leyó el libro y habla de mí como si me hubiera muerto -bromea-. Quiero que todos puedan ver que las personas que resuelven problemas [matemáticos] son como vos o como yo. Están al alcance de cualquiera. Sólo se trata de aprender a coexistir con la frustración de que algo no te salga y seguir intentando. ¿No es entretenido poder pensarlos, discutirlos y darse cuenta de que, aunque uno no los resuelva, puede abrir caminos que no sabía que existían?"
Pero más allá de lo lúdico, también la considera un entrenamiento insoslayable para tomar decisiones informadas en todos los ámbitos de la actividad humana. "Te voy a dar un ejemplo -propone-: suponé que estamos jugando 50 pesos cada uno y tenemos que tirar una moneda siete veces para ver quién gana. El que acierta cuatro se lleva el pozo. Cuando estamos tres a dos, se corta la luz. No podemos jugar más y yo digo: «Llevate tus cincuenta pesos, yo me llevo los míos y seguimos jugando mañana». Entonces vos me decís: «No, yo estaba ganando tres a dos, así que yo me llevo 60 y vos llevate 40». Entonces viene un amigo, y te dice: «No, no, a vos te falta un acierto para llevarte todo, y él tiene que ganar dos... En realidad tendrías que llevarte dos terceras partes y él, una». Entonces aparece tu abogado, y te dice: «No, eso tampoco te conviene. Vos con un acierto te llevabas el 100% y si perdés, todavía te quedan cincuenta... Llevate 75». Bueno, la matemática no te dice cuál es la decisión correcta, pero te educa para saber cuáles son las opciones. Te permite pensar y decidir mejor. Después, elegí la que quieras."
EN LA VIDRIERA
Muy lejos de quienes creen que se usa sólo cuando uno va a clases... de matemática, Paenza se complace señalando la miríada de campos del conocimiento en los que cumple un rol protagónico: "El genoma humano hubiera sido indescifrable sin la ayuda de programas de computación especiales. ¿Cuánto es lo máximo que podemos tolerar que camine una persona para ir a votar? ¿Diez cuadras? ¿Quince? ¿Dos kilómetros? ¿Podemos englobar a toda la población con círculos de dos kilómetros? Es un problema fascinante -exclama-. ¿Cómo hacemos para ordenar el tránsito? Para diseñar el camino más corto de un viajante de comercio que debe recorrer sólo diez ciudades sin pasar dos veces por la misma existen ¡3.628.800 rutas posibles! (A propósito, ése es un problema aparentemente simple, pero que apasiona a los matemáticos desde hace siglos.) Parece poco práctico, pero si uno tiene que programar un robot que marca los circuitos de un microchip, también tiene que resolverlo..."
Dotado de una brillantez inusualmente precoz que le permitió ingresar en la escuela primaria directamente en primero superior, al Colegio Nacional de Buenos Aires, a los nueve años ("Tuve que pedirles a mis padres que me dejaran usar pantalón largo porque me daba pudor", recuerda), y a la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, donde comenzó la carrera de química antes de "sorprenderse" con la lógica, a los catorce, atribuye semejantes proezas que hoy considera "irrelevantes" simplemente a que nació "en un hogar en el que teníamos de todo en el menú".
"Yo jugaba al fútbol, pero los domingos mi viejo se sentaba conmigo y me hablaba de la tabla de logaritmos, aunque no sé si él los entendía muy bien -dice-. Hoy, lo que la gente percibe y rechaza de la matemática, yo también lo rechazaría. Es aburrido que a uno le den respuestas a preguntas que no se hizo. Ningún chico se despierta a la mañana, mira el techo, y piensa: «Mirá los ángulos esos. Parece que son opuestos por el vértice». En cambio, si uno le muestra cómo puede encriptar un mensaje o cómo darle efecto a la pelota para evadir una barrera..."
Al contrario de lo que parecen indicar las pruebas de ingreso, para Paenza nadie carece totalmente de talento matemático: "Todo el mundo alguna vez dibujó, pero algunos descubren que quieren dedicar su vida a eso. Yo tengo oído absoluto. Cuando tenía diez años, tocaba el piano por radio. Hasta que un día Antonio De Raco les dijo a mis viejos que seguiría dándome clase sólo si me dedicaba a practicar doce horas por día. Yo no lo hice, pero otros lo hacen. Digámoslo así: primero hay que poner a la matemática en la vidriera. Porque si te presentan algo con telarañas y moscas, no querés ni mirarlo. Pongámosla en la marquesina de la misma manera en que presentamos la filosofía, la historia, la literatura...".
Mientras prepara un nuevo programa (¡otro!) que se llamará Los grandes temas de la matemática, y una charla en la Facultad de Derecho, donde hablará sobre la matemática y el derecho, confiesa que se sentiría satisfecho con que su nueva obra ofrezca a los lectores, "aunque sea una historia que les resulte interesante".
El libro se presenta el 9 de noviembre, a las 19:30 hs, con entrada libre y gratuita. Y ya está disponible en versión pdf, en la dirección electrónica http://cms.dm.uba.ar/material/paenza/libro6.
EL OTRO PARTIDO DE MANU GINÓBILI
"Me gustan mucho la matemática, la ciencia, la tecnología -dice Manu Ginóbili-. Le conté [a Adrián Paenza] lo que viví con sus dos primeros libros y de a poquito me fue mandando problemas. Me dice «estoy por publicar éste», o «éste va a entrar en el próximo libro", y yo me pongo a hacerlos. No opino si están bien o mal redactados. Le comento cuál me apasiona y cuál me aburre. Empecé con dos, tres, cuatro. y de a poquito me transformé en algo así como un «beta tester», por decirlo de algún modo. Me apasiona lo que hace, le tengo un enorme respeto y me encanta colaborar con su cruzada por la ciencia."
Fuente: La Nación, 25/10/2011